lunes, 3 de febrero de 2014

Fue como un sueño.

Fuiste, (o fuimos), como un sueño.
Intenso durante la noche.
Parece que no hay nada más. No sabes cómo has llegado hasta ese punto, y no recuerdas nada anterior. Sigue presente cuando te despiertas, en esos minutos de remoloneo bajo las sábanas. En la mente se encuentran los detalles. Sin embargo, en el momento exacto en el que abres (o te abren) los ojos, se empieza a volver más difuso, cómo si alguien fuese borrando cada trazo con la goma de un lápiz. A lo largo del día eso recuerdos se difuminan aún mas, hasta que llega la noche. Y es entonces cuando tratas de recordar lo que habías soñado la noche anterior. Y no puedes. Sabes que soñaste algo, que por la mañana te pareció importante. Y sin embargo, ya no está.

No, apenas recuerdo aquellos días.