Desencuentros fugaces.

Vulnerable. Como la inocente cría que escucha los gritos desde la penumbra de su habitación. Abrazada a su peluche trata de conciliar el sueño, pero sus fantasmas no paran de perseguirla, y si sueña, es con esas oscuras voces. No es la primera vez. Y por desgracia no será la última. Sus miedos cada día son mas fuertes y su mirada está cada vez mas perdida. Sólo necesita que se callen, que se alejen. Que se vayan. Lejos.

Solo necesita volver al momento en el que todo cambió.

"Seis grados de separación"

Qué cierto es eso de que el mundo es un pañuelo. Es un lugar chiquitito en el que todos estamos relacionados, de una manera o de otra. Según la teoría de los "seis grados de separación" los seres humanos estamos unidos a cualquier persona por una cadena de cinco intermediarios. Cada uno conocemos, de media, a unas 100 personas, y cada una de esas cien, a otras cien diferentes. Es decir, que conoces a alguien que conoce a otro alguien, que conoce a otra persona, que es amiga de otro eslabón que conoce a alguien que es íntima de ese famoso que tanto te gusta.
Sí, todo está unido.

Y sin embargo, con lo pequeño que es este lugar, qué fácil resulta perderse. Resulta extraño lo sencillo que es no encontrar el lugar al que perteneces. Cuando los eslabones mas cercanos se separan. Cuando tu sitio, en este pequeño planeta, se vuelve aún mas pequeño.






Curioso.

Campanas de Belén.

La Navidad es esa fiesta que dura cada vez mas. Que pasó de ser un día de Nochebuena, uno de Navidad, Nochevieja y Reyes a durar dos meses. Que cambió de significar pasar tiempo con la familia, de ser tiempo de reconciliaciones, a no significar mas que regalos y mas regalos.

No, no me gusta la Navidad. Me hace sentirme mas sola todavía. Me hace sentirme mayor. Me hace sentirme desilusionada. Me hace ver que el tiempo pasa, cada vez la familia de desgaja, cada año los amigos cambian y que hay algo que, un año mas, sigue faltando en tu vida.

No, definitivamente no me gusta la Navidad.